6.9.08

Desengaño


El lunes de gracia, el huevo salió de su casa rumbo a la peluquería. Tenía franco y quería aprovechar para solucionar sus problemas capilares.
El huevo caminó avenidas y calles, bulevares y paseos, cuadras y cuadras desoladas bajo un sol inclemente y no logró dar con su coiffeur. Recordó entonces que jamás había tenido uno. Ni lo necesitaba, tampoco. Era calvo. Calvo como un huevo.

2.9.08

Le peintre, la pomme et Picasso

Yves Montand dejó el jazzecito, doblado en cuatro, arriba del piano, y se puso a recitar a Prévert. Ni música, le mandó.
Yo dejé los apuntes sobre la mesa y, de puro aburrido, me mandé a Blogger.
No es un regreso lo que tengo en mente. De hecho, no tengo nada en mente. Además, el Opera tardó tanto en abrirme esta página que el disco de Montand se terminó y empezó el de Vinicius, Toquinho y María Creuza en La Fusa; ahora mismo cantan todos y no puedo evitar dispersarme. Entonces, perdido por perdido (yo), decido que esto no será más que un acto de exhibicionismo, apenas una manera de abrirme en dos y mostrar a quien quiera ver que no muestro nada. Escribo para nadie.
Y para nada, por suerte.