21.3.05

Ya llegan las noticias cruzando el mar

Al entrar a este locutorio sentí el olor de mi viaje a Bélgica, tal vez el de algún té especiado o un bistró de paredes amarillas o un bol con hierbas silvestres aromáticas en el living de gigantescos ventanales con bosque siempre nublado atrás o una chica del colegio en Louvaine La Neuve. No sé a ciencia cierta de qué se trataba y, si bien no se relacionaba directamente con lo que me hizo franquear la puerta, venía a cuento. Se trata de ecos y reflejos.
(Lástima que el pibe haya puesto a Luis Miguel o algo así. Cuando entré había silencio.)
Me dirigía hace un rato (o me dirijo, porque aún no llegué) a la cooperativa de la calle Azcuénaga por un trámite laboral. Estas mañanas que le robo al trabajo son siempre un placer y si, como hoy, hay sol y el fresco me hace sentir frío en los brazos (anoche llovió y yo salí con remera, sin sospechar que habría cambiado el clima) me gusta pasear como un turista.
Acabo de caminar por los pasajes Dellepiane y Del Carmen, admirando los stencils y lo decrépito de las paredes que parecen no contener la vida de nadie detrás. Cantaba "Georgia on my mind", que se me pegó anoche (fuimos a ver Ray) y, desde entonces hasta hoy, le hacía arreglos, coros y cambios de tono a los tumbos. Y vos cantabas conmigo. Pensé que, además de conocer la canción (lo cual no es poco decir en los tiempos que corren), podrías aportar cosas mucho más ricas que las que yo intentaba.
Todo empezó en Córdoba y Montevideo. Ahí, en la esquina, vi una foto borrosa de vos esperándome la última mañana que fuimos nosotros, yo bajando corriendo del taxi y vos, muda y seria, sin saber que media hora más tarde estaría aceptándote que no podíamos seguir. No te lo esperabas. Yo tampoco. Y menos así, vulgarmente, en un McDonald's.
Pero no fue triste ni nada (estaría perdido si, a esta altura de las cosas, me hiciera mal). Fue como recordar una película. Una de las que me gustan, melancólica y que termina mal.
¡Qué linda fue nuestra historia!
Desde esa esquina pienso en vos. Así, sin más, como una mano amiga, como unos ojos cerrados, como zapatitos embarrados. Y nada más.
Quería que lo supieras. Y que estés bien.